martes, noviembre 14, 2006

La bala de AMLO

Juegos de Poder
Por: Leo Zuckermann

Imagine usted a un grupo de cien presos que están intentando fugarse de una prisión. Enfrente de ellos, en la puerta, hay un policía con una pistola con una bala. Este es el único obstáculo que les impide escapar. Los reos discuten la situación. Si corren hacia el guardia, en el peor de los escenarios, uno de ellos recibirá el único balazo. El costo máximo sería un preso muerto a cambio de la evasión de noventa y nueve de ellos. Los internos razonan que esta relación costo-beneficio les conviene. Deciden, entonces, que todos correrán hacia la puerta a la cuenta de tres. El líder grita: “Uno, dos, tres”. ¿Cuántos presos efectivamente se lanzan en contra del policía?

Ninguno, si todos son racionales. Y es que todos quieren que el de junto sea el que se trague la bala. En otras palabras, quieren gorronear; obtener el beneficio mientras y que otro pague el costo.

Este es un ejemplo típico de un problema de acción colectiva. Pues bien, lo mismo ocurre con el grupo político que apoyó este año a Andrés Manuel López Obrador en su intento por ganar la Presidencia.

Quizás haya muchos políticos moderados que ya no les gusta el actuar radical de AMLO posterior a las elecciones. Es posible que haya otros que tienen su propia agenda. Marcelo Ebrard, por ejemplo, quien no oculta sus ganas de ser candidato presidencial en 2012. ¿Por qué no se deslindan de una vez por todas de AMLO? ¿Por qué no vemos más defecciones en su movimiento?

Pues porque nadie quiere ser el primero en escaparse y recibir la bala. Saben que AMLO todavía tiene la fuerza para aniquilar políticamente al individuo o grupo que se atreva a salir de su movimiento. El tabasqueño, con su severa retórica, lo tildará de traidor y se asegurará de que su futuro político se vea perjudicado.

A estas alturas, no dudo que haya políticos en el PRD, PT y Convergencia que ya estén pensando seriamente que AMLO es más un pasivo que un activo para sus intereses. Sin embargo, no se atreven a separarse del autoproclamado “presidente legítimo” porque quieren que sea otro el primero en romper y recibir la dura etiqueta de “traidor” que les impondrá un líder que sigue siendo muy popular, sobre todo en la izquierda mexicana.


Por eso, siguen apoyándolo. Estarán presentes el próximo lunes en un acto que parece irrisorio donde lo proclamarán “presidente legítimo”. Peor aún, han acordado impedir la verdadera toma de posesión del presidente electo, Felipe Calderón, el primero de diciembre. Saben, porque leen las encuestas, que esta acción le disgustará a la mayoría de la opinión pública; que su rijosidad tendrá consecuencias negativas para su imagen colectiva. Sin embargo, por no ser el primero en tragarse la bala de AMLO, ninguno de ellos se escapa. Y he aquí la paradoja: con tal de no asumir un costo individual, todos están dispuestos a asumir uno colectivo. Es como si los presos no sólo decidieran quedarse en la prisión sino que procedieran a inmolarse.

Así se ve desde afuera: todos yendo al sacrificio directo por la causa perdida de AMLO. Qué pena es observarlo cuando ahí dentro existe gente inteligente y bien intencionada. Qué triste que la izquierda está terminando de esta manera: atrapada por la bala de un líder errático y dispuesta a inmolarse por él.